...Los años pasaron y el hilo que unía las partes del perrito de madera se debilitó hasta que se rompió por completo, Mi papa tuvo el cuidado de juntar las piezas y dármelas para repararlo, así lo hice, pero no recuerdo porqué no se lo devolví inmediatamente después. Un día encontré de nuevo al perrito de madera entre mis cosas y recordé todos esos viajes, cuando mi mamá nos daba de comer durante el trayecto. Las paradas para comprar provisiones, las veces en que dormíamos en la camioneta; la combi tenía suficiente espacio para que durmiéramos en los asientos y en el suelo muy a nuestras anchas. Hartar a mis padres con la pregunta ¿ya casi llegamos? Y las amplias ventanas nos permitían apreciar los paisajes en 360º
Una vez el perrito de madera formó parte de la familia nos acompañó durante largo tiempo.
Colgado en la combi fue testigo de muchas aventuras familiares.
Chihuahua, Zacatecas, San Luis Potosí, Veracruz, Guerrero fueron algunos de los destinos.
La autora con sus hermanas–
En orden de izquierda a derecha,
Violeta, Azucena y Xochitl cargando a Guirnalda– en Ixtapa Zihuatanejo.
Archivo personal de la autora